El año 2012 me fui a vivir a Colombia para hacer un año de voluntariado profesional; un año en un pueblito llamado Cartago. Pequeño, tranquilo y sin cine (indicador infalible de la pueblerinidad de un lugar).
Fanática de las películas y falta de salas de cine, me metí a un Cineclub semanal. Nos reuníamos los miércoles a ver una película en proyector y después la comentábamos. Los asistentes iban desde el hipster local, hasta el señor que saliendo del Cineclub se iba al bar de la esquina. Fue una de las experiencias más lindas que tuve ese año. Los organizadores me adoptaron en su grupo de amigos, y con ellos extendíamos la conversa post película en otro bar a la vuelta de la esquina: ese era el post foro.
Un día llegó al post foro un personaje a quien todos llamaban El Calvo. Era el fundador del Cineclub, una persona muy interesante y carismática que había migrado de Cartago a Cali. Compartiendo las cervezas, comenzó a contar lo que estaba haciendo: talleres de nuevas masculinidades.
Primer encuentro con las nuevas masculinidades
Era el 2012 y nadie, incluida yo, había escuchado el término. Al principio me pareció totalmente ridículo. Pensé que El Calvo era un “vendehumo”, uno de esos gurú que venden seminarios caros para decir cosas inútiles. Después de la primera impresión, al escuchar y entender de qué se trataban las nuevas masculinidades, explotaron mi cabeza y la del resto de mis amigos.
El Calvo era un vanguardista. En un país muy machista como Colombia, antes de la ola feminista que vendría unos cinco años después, estaba tratando de instalar un concepto sumamente controversial que aún hoy es difícil de asimilar por hombres, mujeres, feministas, no feministas, etc. Esa conversación con El Calvo fue mi primer acercamiento al feminismo.
Revisando bibliografía, logré entender que este término “nuevas masculinidades” nace a fines de los ’90 en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, desde el surgimiento de un nuevo campo de estudio: los Men studies (estudios del hombre) o Critical studies of men and masculinities (estudios críticos del hombre y las masculinidades). Estos estudios se realizan desde dos orientaciones, los ‘aliados’ del feminismo y los que reivindican una forma autónoma de estudiar la masculinidad. Quienes dieron origen a estos campos fueron principalmente mujeres, y luego se fueron integrando hombres.
¿De qué se trata este concepto?
El término “nuevas masculinidades” trata de proponer una nueva forma de estar en el mundo para los hombres. Una que considere la equidad y justicia como valores primarios. Desmitificar que existe en el mundo una sola forma de ser hombre: el macho que es racional, fuerte, opresor. Tiende a la violencia, no conecta con sus emociones y piensa que el autocuidado no vale la pena.

Lucas Filipe – Unsplash
Las nuevas masculinidades plantean que se puede construir y cultivar una identidad masculina distinta, validar lo que ha sido ridiculizado durante siglos: hombres empáticos, que sienten, se vulnerabilizan, se conectan con otros y otras de manera profunda. No buscan la fuerza ni el poder, sino que la horizontalidad y la valoración, reconocimiento y respeto profundo de lo femenino, en ellos y otras personas.
Y junto con que esta nueva forma es posible, plantea que es necesaria. La masculinidad tóxica no solo es un espacio terrible para las mujeres y disidencias, si no también para los hombres. Las estadísticas sobre salud mental y suicidio en términos de género, por ejemplo, son muy desiguales. Adivinen quiénes se suicidan más: quienes no pudieron abrirse y vulnerabilizarse para pedir ayuda. Quienes se han sentido encerrados en el rol de proveedor, solucionador y protector a toda costa, incluso de sí mismos. Una nueva masculinidad propone una construcción nueva.
Necesitamos transformaciones profundas
Muchas veces he tenido esta discusión con mis amigas: están quienes no creen que haya que centrar esfuerzos en los hombres, que los espacios de nuevas masculinidades no trascienden, y que se suele encontrar a participantes afuera, en actitudes machistas. No hay fe ni esperanza en lo masculino, sino en lo femenino. Yo soy del bando de las que creen que un mundo feminista se logrará solo con la transformación de todos y todas.
En los últimos años, muchas mujeres hemos hecho una revisión profunda de la forma en que hemos vivido, de nuestras relaciones, los valores que nos han guiado y las decisiones tomadas. Y una revisión como esa solo puede traer transformación. Ha sido difícil y doloroso pero nos ha hecho felices y nos ha permitido construir un camino más sano, digno y lleno de posibilidades nuevas.

“Hombres de calidad respetan la equidad femenina” Samantha Sophia – Unsplash
El mundo que sueño, donde nadie es violentado ni oprimido, necesita nuevas personas: nuevos hombres, mujeres, disidencias, líderes e infancias. No podemos prescindir de las nuevas masculinidades, es necesario generar más y más espacios liderados por hombres (esos a quienes les decimos “no ocupes mi espacio marchando el 8M, encuentra tu propio espacio”) donde los procesos reflexivos permitan el descubrimiento de las miles de caras del patriarcado, y la necesidad de derrocarlo como sistema de valores y creencias.
Yo soy del bando de las que creen que un mundo feminista se logrará solo con la transformación de todos y todas.
Las luchas son distintas, las trayectorias que los distintos géneros e identidades hemos recorrido en los últimos siglos son radicalmente distintas; por lo tanto, también deberían serlo las reflexiones y alternativas a la norma tóxica que surjan para cada una.
Nuevas masculinidades: urgentes e imprescindibles
Urgen infinitas cosas para hacer de este planeta más feminista. Dentro de esas, urgen nuevas masculinidades que construyan nuevas sexualidades, nuevos trabajos, nuevas crianzas y sobre todo, nuevas relaciones.
No sé si tengo más esperanza en los hombres que mis amigas, probablemente no. Soy de las miles (o casi todas) que se han decepcionado una y otra vez, que buscan referentes masculinos casi sin éxito. Lo que sí sé, es que esta nueva construcción es urgente e imprescindible. Necesitamos una transformación profunda de las sociedades de las que todos y todas somos parte.

Thiago Barletta – Unsplash
Estamos en un momento histórico en que por primera vez en un siglos se están cuestionando los sistemas que nos trajeron “desarrollo”. Capitalismo y patriarcado siempre de la mano, no tienen como seguir escondiendo su incapacidad de sustentar un futuro.
La construcción de un nuevo paradigma de justicia y bienestar colectivo no podrá ser sin que los hombres salgan de la jaula de masculinidad tóxica que los ha oprimido a ellos también, para encontrarse con la libertad que los espera. Hay que trabajar mucho, pero ¿no se supone que es lo que mejor saben hacer?
En muchísimos lugares del mundo y de Latinoamérica están floreciendo proyectos que construyen epacios liderados por hombres, para hombres, donde construir nuevos arquetipos y referentes. Perdónenme el binarismo, pero mee resulta conveniente hacer el siguiente llamado. Hombres, encuentren ese espacio, y si no les gusta, creen uno nuevo desde el amor, la transformación y la justicia. Mujeres, no perdamos la fe, incluso mis amigos de “El hombre de la semana” están a tiempo de construir una nueva masculinidad.
Contenidos para profundizar
Mis dos cuentas favoritas sobre este tema son @ilusionviril y @demachosahombres. Otras que también recomiendo son @homonova, @masculinidadsubversiva y @hombrescontraelpatriarcado.
También recomiendo el episodio del podcast Se regalan dudas llamado “Nuevas masculinidades: ¿qué significa ser hombre? con Ricardo Rivera“. Dura 55 minutos y los valen, el contenido está buenísimo. Disponible en Spotify.
Si quieres profundizar aun más, recomiendo el libro/tesis de Leonardo Fabián García “Nuevas masculinidades: discursos y prácticas de resistencia al patriarcado” publicado en 2015 por Flacso Ecuador. Es un texto académico pero liviano y fácil de leer, el contenido está bien ordenado para que priorices los tópicos de tu interés.
Fuente de la imagen de portada: cottonbro, Pexels
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