Es mediados del siglo XX, específicamente durante los años ’70, en los países anglosajones el arte feminista comenzó a consolidarse como una forma de expresión para reivindicar y visibilizar la autonomía de la mujer en el arte; permitiendo la demostración de una identidad a través de símbolos y materiales de la experiencia femenina, del cuerpo y la realidad social.
El arte feminista nació por la necesidad de visibilizar los cuerpos de las mujeres para que dejaran de ser sólo objetos y objetos visuales y que lo femenino pudiera llevarse a cuestionar las normas masculinas que abundaban en el espacio público y privado.
La consolidación de esta categoría del arte está directamente relacionada con el movimiento feminista y es producto de un arduo trabajo de décadas y siglos; de intentos de demostración de un empoderamiento de mujeres que buscaban mostrar su trabajo en el arte.
El arte feminista se robusteció durante la década de 1970, no tan sólo en la producción de obras sino que también en el ámbito teórico. De esta forma, afinó definiciones y diferencias como estética femenina y feminista, arte feminista y femenino, y con ello lo que se entiende por género. Carmen Hernández en “Lo femenino en el arte: una forma de conocimiento” aboga por la importancia del feminismo y su contribución para reinterpretar la realidad social, redimensionando los roles sociales establecidos.
En el Barroco y el Renacimiento
Un ejemplo de la contribución del arte feminista en reinterpretación de la realidad social es el cuadro Judit decapitando a Holofernes (1613) de Artemisia Gentilesch. Así lo índica Pilar Muñoz en su investigación “ Arte feminista. Empoderamiento de las mujeres en el Arte”.
La artista en esta obra plasmó su venganza contra su violador. El hombre que la violó era el profesor que su padre le consiguió para tener formación académica en el mundo del arte. Gentilesch reflejó en su pintura cómo fue víctima de machismo en el Barroco (1600-1750). Otra de las obras más importantes de Artemisa es Susana y los viejos (1610).
Avanzado el siglo XIX, Emily Mary Osborn pintó Sin fama ni amistades. Esta obra es el fiel reflejo de una marginación que hemos sufrido las mujeres en la sociedad. El mundo cultural que les pertenecía a los hombres renegó a Osborn a otros ámbitos de la vida, sin posibilidad ser un sujeto activo en el arte.
Adentrado el siglo XX
Durante este periodo las mujeres exponentes de arte feminista como Frida Kahlo, Remedios Varo incorporaron en las pinturas lo “biológico”, es decir, la exposición del cuerpo desde la experiencia y realizando una crítica a los estereotipos de diversa connotación.
Pilar Muñoz explicó que las artistas de aquella época buscaban retratarse a sí mismas, permitiendo no tan sólo identificarse, sino que también mostrando sus capacidades en la pintura.
La artista visual Nancy Spero, investigó el estatus de la mujer por medio de imágenes y frases en su obra llamada Torture of Women. La activista feminista abordó la violencia contra las mujeres y la violencia que ejerció el Estado de Chile durante la dictadura cívico-militar y en otros lugares.
A través de los propios relatos de prisioneras políticas, visibilizó a las mujeres que fueron víctimas de violencia, como también el reconocimiento de su valentía y fuerza.

P.E.A.C.E., Helicopter, Mother + Children, 1968. Nancy Spero
En Chile
El arte feminista chileno adquirió mayor relevancia durante el 2017 con la exposición Radical Woman: Latin American Art, 1960 – 1985 de Andrea Giunta y Cecilia Fajardo-Hill; así lo explica Sophie Halart en Arte y Feminismo.
Este proyecto incluyó a más de 120 artistas latinoamericanas, entre las exponentes nacionales se encontraba Roser Bru, Diamela Eltit, Cecilia Vicuña y Lotty Rosenfeld.
La exposición marcó un punto importante en los estudios de perspectiva de género en la región reinterpretando y otorgándole un valor histórico a todas las obras y procesos creativos con contextos históricos y políticos.
Del mismo modo, las curadoras indicaron que este arte contemporáneo visibilizó la revolución del cuerpo, el cuestionamiento de los roles, abordando las transformaciones políticas y sociales por medio del lenguaje e iconografías.
Obra: El Quipu Menstrual- La sangre de los glaciares. Artista (2006). Cecilia Vicuña
Lo personal también es político – Carol Hanisch.
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Fuente: Enciclopedia online de Bellas Artes. Historía/Arte
Fuente: Revista de Arte Contemporáneo
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