Si hablamos de uniforme femenino en Chile, una de las primeras cosas que pensamos es en el jumper azul marino. Acompañado con una blusa blanca abajo y calcetines arrugados hasta la mitad de la pantorrilla, se ha visto este atuendo desfilando por las aulas nacionales. Para conocer la historia de esta prenda, entrevistamos a la historiadora Pía Montalva, quien nos relató las transiciones que ha sufrido el uniforme escolar femenino.
En Chile y el mundo han existido distintas normas que rigen la moda según el género, convenciones sociales que marcaron la falda como femenina y el pantalón masculino, de manera excluyente. Respecto a esto, Montalva menciona que desde fines del siglo XVIII toda la ornamentación quedó depositada en la moda y los cuerpos femeninos. Las mujeres de elite pasaron a ser quienes podían y debían estar arregladas, no así las mujeres de clases media y baja.

Mujeres con “traje sastre” desfilando en la Plaza Sotomayor, Valparaíso, 1949. Fuente: Memorias del Siglo XXI
La historiadora afirma que las revistas destinadas a mujeres trabajadoras mostraban gran énfasis en que ellas debían lucir recatadas, sobrias y sin tanto adorno. Esto se traspasó a las niñas y adolescentes en edad escolar. Además, apunta a que la femineidad podía exhibirse si esta era de clase alta -siempre y cuando no transgreda las normas de pudor y desacato-. El caso de las mujeres de clase media era distinto: para ellas esta opción se anula y contiene.
Montalva comenta que fue el sesgo clasista “lo que lleva a instalar el año 31 este famoso uniforme. Durante la presidencia de Carlos Ibáñez del Campo se dicta el decreto 391 del Ministerio de Educación establece el uniforme escolar común en los liceos de niñas, escuelas técnicas femeninas, escuelas primarias de toda la República”.
Entendiendo el contexto en que surgen las normas de género que rigen la moda, trazaremos la historia del uniforme escolar femenino según cuatro hitos importantes:
Uniforme escolar unificado: 1968
Antes de 1968 eran les estudiantes de la educación pública quienes usaban uniformes iguales y de manera obligatoria. Pía Montalva explica que una de las razones para ello era facilitar y abaratar costos; también hay un sesgo de clase, una intención de uniformar a los sectores populares.

Estudiantes de la Escuela Normal N°1, Santiago, 1954. Fuente: Museo de la Educación Gabriela Mistral
En 1968 se implementó un uniforme escolar unificado y obligatorio en todos los establecimientos educacionales del país, sin importar su carácter público o privado. La iniciativa se realizó en el marco de la reforma educacional que realizó el presidente Eduardo Frei Montalva. Su objetivo era terminar con “la desigualdad entre los colegios públicos y los colegios privados que se expresaba en el uniforme”, según indicó la historiadora.
Respecto al uniforme femenino, hasta entonces “lo que simbolizaba de mejor manera al colegio público era el traje de dos piezas”, según indica Pía Montalva. Fue el decreto N° 7.512 del Ministerio de Educación el que dictaminaba el uso de uniforme escolar unificado. Este hito marcó el paso del llamado “traje sastre”, para darle su lugar al jumper en escuelas y liceos tanto públicos como privados.
Según el decreto, el jumper en Chile debía ser acampanado y sin cortes. Montalva argumenta que su relevancia está en que “cuando la ropa no tiene cortes, usa menos tela. La idea era generar una indumentaria económica”. El decreto también indicaba que el jumper debía estar hecho con telas nacionales, al igual que el uniforme masculino.
El uniforme de los hombres también se reglamentó. Consistía en pantalones y una chaqueta que debía estar hecha de paño de lana y sin solapas, para así abaratar su costo. Pía Montalva considera que el foco del debate público estaba puesto más en la igualdad de clase entre les estudiantes: “Ahí predomina el tema de la clase, mucho más que el debate sobre el género”.

Escolar con jumper, Valdivia, 1989. Fuente: Memorias del siglo XXI
Implementación del uso del pantalón: 1971
En 1971 se decreta que las niñas y adolescentes podían usar pantalón, pero no se adecúa el uniforme: debían ponerse pantalones bajo su jumper. Montalva afirma que en este hito se materializa el avance feminista. El decreto en el fondo busca “resguardar esta igualdad de niños y niñas” y se justifica en la salud: “¿Por qué en el invierno los niños pueden usar pantalones y las niñas tienen que estar con jumper sometidas a condiciones climáticas más extremas?”, explica la historiadora.
“Es como si la moda pudiera actuar como una especie de catalizador o pudiera resolver un conflicto para justificar una medida a nivel de discurso” – Pía Montalva.
Montalva comenta como llamativa la idea de utilizar pantalón y jumper juntos, mas ello se adecúa a las lógicas de la moda de la época. En el fondo podemos ver cómo los ideales feministas, articulados desde el principio de igualdad entre hombres y mujeres, comenzaron a permear el uniforme escolar. Antes el debate se centró en la clase, ahora en la igualdad de género.
Liberalización del uniforme: 1995
En 1968, Eduardo Frei Montalva promovía una medida que buscaba eliminar la desigualdad entre establecimientos educacionales públicos y privados que se materializaba en los uniformes. Treinta años más tarde su hijo, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, tomaría una medida que buscaba todo lo contrario, según opina Montalva, “institucionaliza la desigualdad”.
Así, en 1995 se liberalizó el uso del jumper en Chile, permitiendo que todos los colegios tuvieran uniformes propios de así quererlos. “Lo único que se les pide en el decreto es que sean sobrios y económicos, pero no se establecen restricciones“, asegura la académica. Agrega que no se menciona el uso de solapas, pinzas ni procedencia de las telas.
El año en que se decretó la medida, en las páginas de moda se veían prendas estilo college. “Falda escocesa, corbata, calcetines, eso es lo que está de moda para la gente joven”, nos menciona la diseñadora. En marzo del año siguiente, la revista Miss 17 mostraba a escolares con los uniformes de sus colegios, todos con falda a cuadros.
El contexto social sigue permeando el uniforme: en 1995 fue el turno del sistema neoliberal. La medida de Frei Ruiz-Tagle materializó un fortalecimiento del modelo económico y sobre todo educacional heredado por la dictadura.
Actualidad: Educación no sexista
“Yo creo que el género es un tema de los últimos años en relación al uniforme escolar, después del 2011”, apunta Pía Montalva. En 2011 se realizaron múltiples paralizaciones, tomas, marchas e intervenciones a nivel nacional, en las que participaron estudiantes secundaries y de la educación superior. Desde entonces comenzaron a converger diversos discursos y movimientos sociales, entre ellos se hizo cada vez más presente un discurso de género entre las estudiantes.
Un primer momento fue la llamada “la marcha de las putas” el 2012, movilización en contra de los dichos del alcalde Sabat a referirse a las tomas como “un puterío”. Pasando por informes de violencia sexual policial durante las marchas y hasta llegar a los primeros congresos por la educación no sexista en 2014. El debate va tomando muchas vertientes, una de ellas fue la crítica a la división sexista y binaria del uniforme escolar.
El proceso logra materializarse el 27 de abril de 2017 con la circular N° 768 de la Superintendencia de Educación: “Orientaciones y circular sobre derechos de niños, niñas y jóvenes trans”. En esta se reconoce, respeta y protege la identidad de género de les estudiantes. Montalva rescata la importancia de este hito, que establece el “derecho a utilizar uniforme, ropa deportiva y/o accesorios más adecuados a su identidad de género, independiente de la situación legal”.

Alumnas del Internado Nacional Femenino, Santiago, 2012. Fuente: El Mostrador.
El movimiento y contexto social logró permear la institucionalidad y permitir este cambio que se materializó en algo tan sencillo, pero tan importante como el uniforme escolar.
La lucha no termina
De todas maneras, la distinción binaria del uniforme escolar sigue presente. En Chile seguimos usando jumper o falda desde los seis años hasta los 18, mientras nuestros compañeros pueden jugar más libres y cómodos. Seguimos teniendo una muestra material de la rígida frontera entre lo masculino y lo femenino que no permite a cada estudiante habitar libremente su propia identidad y expresión de género.
Al recorrer esta cronología del uniforme escolar, llama la atención que el masculino se mantuviera prácticamente igual: pantalón y chaqueta o chaleco. Según Montalva, ello demuestra “dónde está centrada la polémica”, que hay un especial interés social con respecto a cómo las mujeres, niñas y adolescentes ocupamos el espacio público.

“No hay transformación si se mantiene el sexismo en la educación”. Fuente: Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres
Imagen principal del Jumper en Chile: Memorias del Siglo XXI
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