La autoexigencia y el síndrome del impostor son condiciones más comunes en las mujeres de lo que creemos. Según Rocío Miranda de Larra, directora de responsabilidad social corporativa de la Fundación Orange de España, las mujeres al momento de postular a un trabajo se exigen tener el 95% de las habilidades que se piden, mientras que los hombres optan por el puesto con solo el 60% de los requisitos.
Por otro lado, un estudio de HP es aun más drástico: las mujeres profesionales solicitan una oferta de empleo sólo cuando tienen la certeza de que están 100% calificadas, mientras que a los hombres les basta con cumplir con el 60% de las habilidades. Sea cual sea la cifra, la verdad es que las mujeres tendemos a ser más autoexigentes que los hombres.
Para profundizar sobre el tema, la psicóloga especializada en género Mariana Gangas comparte con Copadas cómo y de dónde nace esta autoexigencia en las mujeres.

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Según la psicóloga, ningún fenómeno humano puede analizarse desde un solo foco. La autoexigencia en las mujeres se debe a múltiples factores que no necesariamente tienen que ver sólo con la personalidad, sino que también esto se debe observar desde la infancia, entorno sociocultural, autopercepción, vulnerabilidad, manejo del estrés, entre otros.
“En este sentido, la autoestima de la mujer depende bastante de su éxito profesional. No lograrlo las lleva a la idea de debilidad o incapacidad con respecto a los otros”, añade Mariana Gangas.
Cultura machista
¿Recuerdan cuando la frase “lo haces como niñita” era un insulto? Según la psicóloga, la autoexigencia en las mujeres tiene directa relación con la necesidad de demostrar que somos más eficaces que los hombres, ya que por mucho tiempo ciertos roles han estado cerca de la esfera de lo masculino, desmereciendo lo femenino.
“La necesidad de ser buena en todo conlleva altos niveles de exigencia para poder mantenerse en un sistema hecho mayoritariamente para los hombres, sobre todo en áreas profesionales”, sostiene Mariana Gangas.
Daniela, estudiante de Ciencias Políticas de cuarto año, cuenta que cuando comenzó su carrera sentía una gran autoexigencia por ser perfecta para el mundo en el que ella quería trabajar.
“Me acuerdo que me exigía mucho en verme y vestirme de cierta forma, estar flaca, maquillada, no sobresalir mucho porque se ve mal, que debía comportarme como una ‘señorita’, no decir garabatos porque eso es de hombres, en los carretes no curarme mucho porque se ve feo en una mujer, entre otras cosas. Era muy autoexigente con la actitud que mostraba frente a la sociedad, porque sentía que era necesario para que me tomaran en serio a mí y a mi trabajo”, agrega Daniela.

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Síndrome del impostor
El síndrome del impostor, a pesar de no estar clasificado como un trastorno clínico, es el nombre utilizado para llamar al malestar psíquico y emocional en el que la persona no se siente merecedor de sus reconocimientos, logros o éxitos. Esto hace que se vea a sí misma como un fraude.
Desde la experiencia clínica de Mariana Gangas, la mayoría de las mujeres que sufren del síndrome del impostor ha tenido una falta de regulación afectiva con sus cuidadores, sumando la exigencia del sistema educacional que señala que una persona es valiosa dependiendo de qué tan buenas sean sus notas.
Marcas de la niñez
Según la psicóloga Mariana Gangas, los primeros siete años de vida son fundamentales, por lo que una crianza centrada en la exigencia, castigo y recompensa de notas, genera una gran dificultad para que las personas se sientan merecedoras de aprecio y amor simplemente por lo que somos y no por lo que hacemos.
En esta misma línea, la psicóloga agrega que culturalmente se ha dado valor a la obediencia, a no expresar emociones y a la necesidad de hacer algo para recibir aprecio o afecto. Por esto, no es poco común que algunos de los factores que crean esta autoexigencia puedan nacer en la niñez.

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Además, Mariana Gangas nos cuenta que los mensajes de subvaloración que hemos escuchado y se quedaron en nuestra mente, hacen que la mujer al llegar a la vida adulta, tenga más dificultad para ver sus logros como un merecimiento personal.
Bárbara, estudiante de periodismo de 21 años, desde niña sintió una gran exigencia al ser reiteradamente comparada con su hermana. Esto hizo que hoy en día sea una persona muy autoexigente que sufre del síndrome del impostor.
“Cuando era chica nunca fui una persona de buenas notas; lo mío era el deporte, pero mi hermana siempre fue muy estudiosa y la primera del curso, por lo que siempre me comparaban con ella mis familiares, compañeros y profesores. Yo siempre era la sombra de ella y eso me traumó. Hoy en día si algo no me resulta, es muy fácil para mí caer en el llanto o en las crisis de pánico y cuando me felicitan o hago algo bien, siento que fue suerte o que no fue gracias a mí. Me cuesta mucho sentirme orgullosa de mis logros”, cuenta Bárbara.

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¿Cómo superar el síndrome del impostor y la autoexigencia?
Mariana Gangas, comenta que el primer paso para poder superar la autoexigencia y el síndrome del impostor es el autoconocimiento, ya que conocerse es la base de cualquier transformación.
Debemos tomar conciencia, mirar profundamente y cuestionar el sistema de creencias para poder cambiar lo que está impidiendo una mirada más amplia. Además, si sientes que necesitas más ayuda, ir a terapia psicológica nunca es mala opción.
Según la psicóloga, la reprogramación mental y memorias traumáticas son muy útiles para lograr un trabajo personal. Sin embargo, este tema no puede ser solo un proceso individual, también debe ser un cambio cultural para llegar a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
“La educación cumple un rol fundamental en facilitar espacios de apertura. La sociedad aún es machista y por tanto, el cambio empieza mucho antes de la edad adulta de la mujer. La idea es ir de la competencia a la colaboración”, afirma la psicóloga, Mariana Gangas.
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Excelente. Pero cuando trato de compartirlo aparece otro título.
Hola, gracias por intentar compartirlo! Hemos tenido problemas con los links y no hemos podido solucionarlo aún 🙁 Lo sentimos! Esperamos arreglarlo lo antes posible.
Qué buen tema, felicitaciones!
Muy interesante Gaby aun cuando me parece que el tema de la autoexigencia está solo analizando desde un punto de vista como negativo .
Una vez más queda de manifiesto la responsabilidad en la formación de los hijos , alumnos, colaboradores
Un abrazo
Te felicito por tu trabajo