En redes sociales hay muchos “expertos/as” en cada tema que puede haber. Mucho se les citan en discusiones cotidianas; mucho hay de fanatismo de seguidores en frases simplistas que se escriben en Instagram, donde el límite de caracteres no permiten abordar la profundidad necesaria.
Hace un tiempo hice un comentario en un post sobre crianza, ya que yo soy mamá de una niña de seis años. Era un simple meme donde una mujer sale escribiendo un texto en el que decía “estoy preparando la fórmula del bebé”, y abajo un hombre en su celular diciendo “Bloqueada”.
En la descripción decía “La leche materna es siempre y en todos los casos lo mejor para el bebé”. Entonces, comenté que quizás decir “siempre y en todos los casos” era algo muy absoluto. Quizás él como educador en el tema podría escribir prefiere leche materna, dejando entrever que hay más opciones, ya que sabemos no siempre es posible por múltiples razones, ya sea laborales, falta de corresponsabilidad, múltiple carga doméstica, etc. Así dando a entender que no siempre era posible lo que él planteaba, exponiéndole mi vivencia. La respuesta fue “te invito a leer más”. Y yo: ¡plop!

Foto de Plann en Pexels
Soy una seguidora de la crianza respetuosa, de sus principios, pero a veces resulta imposible en la sociedad actual. Estamos de acuerdo con que no se pueden vulnerar los derechos de niñas y niños, y eso no está en discusión. Sin embargo, ¿dónde dejamos el contexto en el que queremos aplicar todos esos consejos bien intencionados?
Podríamos evitar poner más presión sobre las madres y menos juicios desde la autoridad desde el saber más. Porque todas las personas sabemos que, por ejemplo, la leche materna es el alimento más completo y necesario, pero muchas mujeres lo intentan y no pueden, o simplemente deciden complementar o hasta no hacerlo. Aun así, están dando lo mejor de sí para sus hijos e hijas.
Me mandó a informarme para encontrarle razón. A eso se le sumó un aproximado de 20 personas posteriores que me respondieron que me faltaba entender, que él era el experto. Incluso personas se aventuraron a mirar mi perfil en Instagram para criticarme luego por mensaje.
Fue mucha mi sorpresa, no supe si atribuirlo a la superioridad por un título académico o la superioridad por ser hombre y saberse “experto”. O tal vez se debe a la superioridad por tener muchos seguidores. Pero me sorprendió su respuesta, negando totalmente mi vivencia.
Entiendo la necesidad de educar, pero no olvidemos que ni en Instagram ni en los libros cabe la complejidad de la experiencia.
Me sorprendió vivir por primera vez la ceguera que provocan las redes sociales al creer conocer la totalidad de alguien por un comentario; al creer conocer la totalidad de un tema porque se leen publicaciones de Instagram.
Me parece que Instagram y las redes sociales en general son una tremenda herramienta para acercar y difundir contenido. Pero no lo convirtamos en un lugar donde por tener interacciones medimos la validez de nuestras palabras. No convirtamos las frases virales en una vara moral para medir al resto.
Entiendo la necesidad de educar, pero no olvidemos que ni en Instagram ni en los libros cabe la complejidad de la experiencia. No perdamos la humildad de poder enriquecer y complementar el discurso teórico.
Olvidémonos de los absolutos y escuchémonos más. Enterémonos de las vivencias, experiencias y motivaciones, que no solo de teoría se vive. Los tiempos ya no están para absolutismos; la vida es mucho más compleja y tiene muchos más matices que los que podemos percibir.
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