A lo largo de esta cuarentena, hemos sido testigos de la gordofobia a través de nuestras pantallas. “Ni cagando salgo gorda de esta cuarentena” o “por una libertad sin polera”, postean algunas personas junto con sus fotos haciendo ejercicio en sus casas. Otras, llaman a cuidar la alimentación y no volverse locas haciendo brownies y cositas ricas, porque podemos engordar. Les da miedo engordar.
Me veo a mí misma haciendo rutinas de ejercicio y yoga casi todos los días, mucho más que cuando podía salir de mi casa, y me pregunto si yo también tengo miedo a engordar. Me pregunto si lo hago realmente para liberar endorfinas, sentirme mejor y para mantenerme activa, o esas son solo excusas para ocultar mi gordofobia. ¿Acaso también soy gordofóbica? ¿Estaría más triste si mi cuerpo cambiara?
Me hago infinitas preguntas: ¿El fin de amarse a una misma es cuidarse más o necesariamente encontrar belleza? ¿Qué pasaría si cuido mi salud, pero aun así no me gusta mi cara peluda o mi acné? ¿Acaso le fallé al feminismo?
También me generan incomodidad los mensajes de que todas somos hermosas. Me molesta cuando mujeres que considero realmente perfectas, con cuerpos hegemónicos, dicen “visibilicemos todo tipo de cuerpos”, con su abdomen plano, su piel bronceada y su cutis más suave que poto de guagua. Me enoja que con estos mensajes perpetuemos la belleza como el pilar fundamental que sostiene nuestro valor como personas.
¿Por qué tenemos que ser todas hermosas? ¿Acaso no es mejor decir “soy fea, soy peluda, soy gorda y qué importa”, restándole valor al físico? ¿Por qué nos tienen que gustar nuestros cuerpos? ¿Y si no estoy orgullosa de mis espinillas? ¿Qué pasa si me encanta maquillarme pero siento que a la vez perpetúo cánones de belleza que queremos destruir? ¿Acaso le fallé nuevamente al feminismo?
Pienso en la aceptación social, en los likes de redes sociales, en el ego. Que tanta foto en Instagram diciendo que amas tu cuerpo puede ser un indicador de justamente lo contrario. Pienso que si nos amáramos plenamente no sería necesario tener la validación del resto. Pero después me acuerdo de que somos sujetos sociales y todes necesitamos un poquito de validación y cariñito, aunque sea virtual, aunque nos amemos lo suficiente.
Y sea por el motivo que fuera -validación, empoderamiento, estar aburrida, etc.- ¡por qué debo limitarme si quiero postear una maldita foto! No quiero que el feminismo me limite a hacer lo que quiero hacer ni me haga sentir culpa por mis sentimientos y contradicciones.
A las mujeres nos van a criticar por muy gordas o muy flacas, porque hablamos mucho o nos quedamos calladas, porque tenemos acné o la piel perfecta. De hecho, puede ser que esas mujeres de cuerpos hegemónicos que me sacan de quicio también tengan inseguridades, porque nos han enseñado a estar disconformes con nosotras mismas; nos evalúan demasiado y la crítica es constante.
Pero de nosotras depende aceptarnos. Dejar de juzgarnos, de exponernos unas a otras, de apuntar nuestras “imperfecciones” con el dedo y, por supuesto, dejar la gordofobia atrás, incluso con nosotras mismas. Solo así lograremos que nuestros propios cuerpos no sean otra carga que debamos acarrear como mujeres.
***
Escucha este editorial en el capítulo “¿Te da más miedo engordar o una pandemia?”, en el que hablamos de body positivity con la activista del cuerpo Antonia Larraín y reflexionamos más sobre cuerpo y amor propio.
Deja tu comentario