El pasado lunes 18 de mayo, Chile se conviritó en el primer país de Latinoamérica en llegar al “sobregiro ecológico”. Es decir, que acabó con todos los recursos naturales renovables disponibles para este año, según la medición realizada por la Red Global de Huella Ecológica.
En Copadas conversamos sobre sustentabilidad con Carola Moya y Gabriela Vergara de la Asociación de Consumidores Sustentables (ADC Circular). Esta organización busca promover un cambio en la forma del modelo de producción a través del consumo sustentable y con perspectiva de género.
“Es como si tuviéramos una cuenta corriente: el planeta es tu fuente de ingresos y tienes un año para vivir de él. Resulta que los chilenos, por nuestra manera de consumir y producir, ya se gastaron todo su presupuesto anual. O sea, a partir de los meses que vienen les estamos pidiendo recursos a las generaciones futuras para sobrevivir y mantener esto, porque estamos sobreexplotando el planeta”, explicó Carola Moya.
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El 60% de la huella ecológica se debe a la huella de carbono. Reducirla en un 50% movería el Día del Sobregiro de la Tierra en 93 días, según indican en Circular. La huella de carbono existe, básicamente, por los actos de consumo individuales, por lo que depende de nosotros mover la fecha del sobregiro.
“Piensa que nosotros votamos para que nos gobierne alguien, y esa práctica es súper importante. Cuando tú consumes, estás ‘votando’ para que esas empresas sigan teniendo las mismas prácticas; las estás financiando. Cuando le compras a Coca Cola, le dices “me encanta cómo lo haces” y más encima le estás dando tu plata para que ‘lo siga haciendo así de bacán’, dijo Carola.
¿Qué es la sustentabilidad?
“La sustentabilidad la abordamos desde tres ámbitos. Tiene que ver con el impacto y los beneficios que están en la cadena de valor de productos y servicios desde el ámbito social, ambiental y económico”, dijo la periodista Carola Moya.
A esto, Gabriela agregó: “Lo sustentable tiene que ver con nuestra huella, con lo que hacemos, con las decisiones que tomamos. Vivimos en una sociedad que se maneja dentro de un sistema de consumo, así funcionamos. Desde que te levantas en la mañana estás tomando decisiones de consumo”.
Sobre esto, ambas integrantes de ADC Circular fueron enfáticas en que tener prácticas más sustentables no significa solo reciclar. “El reciclaje es la última opción cuando hiciste todo lo anterior mal”, recalcó Carola.
“Una empresa jamás te va a decir las ‘tres R’ anteriores, que son: Rechaza (y no me compres), Reduce (y cómprame menos) ni Reutiliza (para que no me compres más). Como no dirán eso, te van a decir: ‘Amiga, recicla, para que juntos cuidemos el planeta’”, agregó.

Foto: Freepik
Sustentabilidad y feminismo
Si bien en este punto entendamos que todas las personas somos responsables -por nuestras decisiones y acciones individuales- de la huella ecológica, puede que te preguntes qué monos pinta el feminismo en todo esto.
Resulta que existe una estrecha relación entre el patriarcado y el capitalismo, principalmente porque las mujeres son las más perjudicadas en este modelo de mercado no sustentable.
“Cuando se industrializa todo, el rol de la mujer es perfecto (para el sistema). Se mantiene en el mundo privado, teniendo hijos y sirviéndole al hombre de manera gratuita. Es el otro 50% el que tiene el poder y define qué se va a producir, cómo se va a vender, cómo va a funcionar el sistema”, analizó Gabriela Vergara.
“Luego, esta figura empieza a mutar; surgen nuevas necesidades y la mujer tiene que salir a trabajar. Pero quienes trabajan voluntariamente son las mujeres de elite. El resto, se ven obligadas a trabajar, a dejar a sus hijos a cargo de otras mujeres, ya sea la abuela o la vecina, y los cuidados siguen siendo gratuitos”, agregó.
También hay que considerar que gran parte de las mujeres que se insertaron en el mundo laboral, trabajaban en condiciones paupérrimas y su mano de obra era -y sigue siendo- más barata. De hecho, el Informe Global de Brecha de Género 2020 del Foro Económico Mundial señala que habrá igualdad salarial entre hombres y mujeres en 257 años.
Carola concluyó que “si vemos la cadena de producción y de valor, la mayor cantidad de personas afectadas son mujeres, porque son vulneradas en todos los sentidos. Y nosotras mismas financiamos estas malas prácticas que afectan a otras mujeres cuando compramos, por ejemplo, una polera ‘feminista’ en el retail”.
Consumidoras y objetos de consumo
La vulneración a la mujer no termina en la cadena de producción. Una vez que estos productos se ponen a la venta, las mujeres cumplen un rol importante tanto en el marketing como en las compras.
“A nosotras siempre nos han relacionado con las cosas más superficiales. Es perfecto para el sistema que la mujer sólo se dedique a eso”, dijo Gabriela. “¿Qué pasa cuando una mujer en los ‘50 era víctima mucha violencia de género -sin ser consciente de esto- y veía en la compra la única forma de canalizar su ansiedad, su falta? El sistema la puso en ese lugar. No es que las mujeres seamos consumistas por naturaleza, que en comprarnos ropa esté resuelto nuestro problema… Eso no es real”, añadió.

Foto: Freepik
Por otro lado, el mercado también crea inseguridades en las mujeres y se beneficia de eso. Buscan que estemos jóvenes, depiladas, sin arrugas, delgadas, teñidas y que cumplamos a la perfección los roles de dueña de casa y de madre. Para esto, debemos consumir un montón de productos que nos mentengan dentro de los límites de “lo femenino”, del “deber ser” de la mujer.
“La valoración que se ha dado de nosotras es física. Nosotras estamos en el cuerpo externo, todo el tiempo. Y justamente porque estábamos recluídas al ámbito privado. ‘Si va a salir, que sea para hacerles shows a los hombres’, decían. Venden la imagen de la mujer hiper sexualizada o la que se queda en la casa”, observó Gabriela.
Es por todos estos motivos que tanto Gabriela como Carola afirman que no se puede ser sustentable sin ser feminista. “La sustentabilidad persigue la equidad, la igualdad, la ética, el comercio justo, las buenas prácticas laborales, y todo eso es lo que persigue el feminismo”, señaló Carola Moya.
En el sentido contrario, para ella es lo mismo: “Si nos definimos feministas, deberíamos ser sustentables; si no, seríamos absolutamente incoherentes con lo que estamos persiguiendo”.
De todas maneras, invitaron a la gente a no sobrepasarse con estos temas: “Tanto el feminismo como la sustentabilidad y la relación entre ellos, son procesos. A veces una quiere cambiar su vida radicalmente y puede ser muy complejo. Hay que ir de a poco. Mientras más lento, el cambio es más verdadero”.
Foto principal: Mercado Social de Madrid
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